domingo, 17 de enero de 2016

La mariposa en las manos


Hola de nuevo. En primer lugar, quería desearos un feliz año a todos.

Por fin he encontrado un hueco para realizar la primera entrada del 2016. Mi año ha empezado algo complicado, ya que hace unas semanas mi madre se cayó y se partió la cadera, lo que unido al trabajo y al estudio hace que últimamente haya andado muy justito de tiempo para todo.

He pospuesto muchas veces las publicaciones, con un “ya escribiré mañana… el fin de semana… la semana que viene…” y después pasaban los días sin sentarme de manera reposada para comentar algo.

Esta mañana, sin embargo, me han mandado un bonito relato para pensar, y he decidido que ya no podía retrasar más las publicaciones. Os copio el cuento y después os dejo una pequeña reflexión personal:

“Había un hombre que vivía con sus dos hijas. Las niñas eran curiosas e inteligentes y siempre hacían muchas preguntas. A veces el hombre sabía responder pero, otras veces, no tenía ni idea de la respuesta. Como pretendía ofrecerles la mejor educación, mandó las niñas de vacaciones a casa de un sabio que vivía en lo alto de la colina.
El sabio siempre respondía a todas las preguntas sin ningún tipo de duda. Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que él no pudiera responder.
Así que un día una de ellas capturó una linda mariposa azul con la que pensaba engañar al sabio.
- ¿Qué vas a hacer?” - le preguntó su hermana.
- Voy a esconder la mariposa entre mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta. Si él dice que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva, la apretaré y la aplastaré. De esta manera, cualquiera que sea su respuesta, ¡será una respuesta equivocada!
Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba meditando.
-“Tengo aquí una mariposa azul. Dígame, sabio, ¿está viva o muerta?”
Con mucha calma, el sabio sonrió y respondió:
-“Depende de ti... La respuesta está en tus manos.”

Bonita historia que nos transmite un mensaje muy revelador. La sabiduría de ese buen hombre le sirvió para salir al paso de una pregunta capciosa. Y de paso, nos enseña a nosotros que muchas veces buscamos respuestas fuera de nosotros cuando en realidad si miráramos más en nuestro interior podríamos encontrar la solución a nuestros interrogantes.

A veces buscamos “expertos” o “sabios” que nos resuelvan nuestras dudas o incluso que nos arreglen la vida. Y no es que los buenos consejos sean malos ni que la voz de la experiencia no merezca ser oída, pero por encima de todo eso los únicos dueños de nuestra vida somos nosotros mismos y las decisiones que tomemos nos afectarán especialmente a cada uno de nosotros individualmente.

Termino con una frase que viene al caso. No sé quién la dijo ni porqué motivo, pero creo que encaja en lo que acabo de decir: “Mi único consejo es que no sigas mis consejos. Son personales y solo puedo seguirlos yo…”