domingo, 21 de junio de 2015

Taizé

Cuando tenía 20 años -hace justo ahora otros 20…-  estuve una semana en este pueblo de la borgoña francesa. 1.800 kilómetros de ida y otros tanto de vuelta que sin embargo me proporcionaron una de las experiencias espirituales más bonitas de mi vida cristiana.

Fue una semana dedicada al canto religioso, a compartir testimonios de fe y a conocer personas de todas partes de Europa -mayoritariamente, aunque en general de todo el mundo- que por uso días olvidan las diferencias de sus credos y se dedican en común a rezar unos por otros. Todavía recuerdo que en mi grupo de trabajo había una eslovena, un ucraniano, además de varios españoles, franceses y alemanes, quienes por motivos de cercanía abundan en mayor número.

Tuve la suerte de conocer al fundador de la comunidad religiosa, el hermano Roger Schutz, un suizo hijo de  un pastor protestante con una historia personal preciosa. Antes de la segunda Guerra Mundial, emigró de su tierra natal a Taizé, por aquel entonces ocupado por los alemanes, para auxiliar a los huérfanos y dar cobijo a muchos refugiados, lo que le costó la persecución por parte de la Gestapo y su huida de nuevo a Suiza. Al término de la Guerra, volvió a Taizé para seguir con su misión, encargándose también de dar comida y techo a los soldados alemanes capturados en el frente. Por esta doble ayuda y procedente su fundador de un país neutral, Taizé se convirtió en símbolo del ecumenismo europeo, donde solo la paz y el diálogo tienen cabida. Mensaje que no comprendió su asesina, una mujer rumana con una enfermedad mental grave que lo apuñaló el 16 de agosto de 2005.

Hoy en día la comunidad ecuménica de Taizé cuenta con 100 hermanos de las tres confesiones mayoritarias cristianas: católicos, ortodoxos y protestantes, que viven unidos en oración y acogiendo a los miles de jóvenes que durante todo el año -especialmente en verano- acuden a rezar y tener un encuentro ecuménico a la Iglesia de la Reconciliación.

El hermano Roger murió como pastor protestante calvinista, aunque según todos sus biógrafos su acercamiento a la Iglesia católica era máximo. Conocida era su amistad con la beata Teresa de Calcuta y con San Juan Pablo II, quien al parecer le pidió que no se adhiriera formalmente a la Iglesia Católica para no dar la impresión de que la comunidad ecuménica de Taizé había sido absorbida por el Vaticano. Todos los días participaba en una eucaristía católica de la que comulgaba con permiso de la Santa Sede, llegando a recibirla de manos de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI.



La distancia y la edad van haciendo que volver a Taizé sea cada vez más difícil. A pesar de ello, no pierdo la esperanza de volver, y mientras tanto, me conformo con su música, que, sin lugar a dudas, es uno de sus mayores encantos. Comparto con vosotros el “Nada te turbe” de Santa Teresa de Ávila, nunca mejor dicho: poesía hecha música.


domingo, 7 de junio de 2015

Neymar, 100% Jesús

Ayer se disputó el partido de fútbol más importante del año en Europa, la final de la Champions League. El F.C.Barcelona ganó a la Juventus de Turín 3-1, con un último gol del brasileño Neymar da Silva Santos Junior.

Al terminar el partido, el futbolista realizó su particular ritual: dar gracias a Dios por la victoria rezando de rodillas sobre el césped y atarse alrededor de la frente una cinta donde se podía leer: "100% Jesús"

Neymar es muy conocido en el mundillo del fútbol por su fe cristiana. En declaraciones a una revista de su país dijo en una ocasión: "La vida solo tiene sentido cuando nuestro máximo ideal es servir a Cristo". Antes de cada partido, también publica una foto en su cuenta Instagram diciendo: "Que Dios nos bendiga y nos proteja".

Neymar acude una vez por semana al culto comunitario, entrega un 10% de sus ganancias a una iglesia evangélica brasileña y no pierde oportunidad para dar testimonio público de su fe en Dios.


Cada partido, cada éxito o fracaso Neymar lo vive en clave religiosa. Es cierto que como muchas de las grandes estrellas del deporte su vida no está exenta de posibles escándalos y de acciones propias de un muchacho de veintipocos años que aún tendrá que madurar en muchos aspectos, pero presentarse públicamente ante el mundo dando testimonio de la fe en Cristo ya dice mucho de su condición cristiana, un aspecto que muchos europeos ocultan y relegan a la esfera privada mientras que en Sudamérica aún es vivido con normalidad y hasta con orgullo. Hace 500 años los Europeos llevamos la fe cristiana a América y evangelizamos el Nuevo Continente. Desde hace unas décadas son ellos los que traen una fe fresca, viva y con renovadas fuerzas.