domingo, 21 de diciembre de 2014

Feliz Navidad

Ya es Navidad. Bueno, casi. En realidad faltan tres días, pero como este año he cogido la costumbre de postear durante el fin de semana será Navidad en el transcurso de estos días que pasen hasta la próxima entrada.

Navidad, tiempo de amor y de paz, de solidaridad, de alegría y de esperanza. Pero tiempo también para el odio y la guerra, el consumismo egoísta, para la tristeza que produce la nostalgia  y para la búsqueda del placer inmediato. Pues sí, según se quieran vivir estos días habrá momentos para lo uno o para lo otro. Poniendo ambos en una balanza a mi aún me siguen ganando los aspectos positivos, aunque no dejo de reconocer que difícilmente volveré a disfrutar de la Navidad como lo hacía cuando apenas levantaba medio metro del suelo y esperaba con ingenua ilusión la llegada de unos Reyes Magos que con el tiempo fui descubriendo que eran más cercanos que los del lejano oriente.

Navidad para reunirse con la familia, para disfrutar con los que se van incorporando y para echar de menos a los que hasta hace unos años levantaban la copa de champán y felicitaban un año que quizás para ellos era el último en el peregrinaje de la vida.

Navidad de Navidades, la 2014, que nos recuerda que desde hace esos años (más o menos, por no entrar en polémicas ni debates) estos días tienen sentido porqué un pequeño niño que iba a cambiar la Historia del Mundo estaba naciendo pobre y humilde en un portal de Belén. Y que ni Herodes, ni Pilato, ni los Sumos Sacerdotes, ni toda la maldad humana de este mundo han conseguido ahogar su Voz y su Palabra que sigue sonando fresca y lozana cada vez que un corazón está dispuesto a escucharlo....

Tal y como hice hace unos años, me ha dado por teclear la palabra "Navidad" y buscar en Google una imagen para adornar este post de felicitación. De nuevo, y como viene siendo tradición, he tenido que esperar hasta la número 70 para que, casi ahogados entre  entre árboles de Navidad, Papás Noeles, renos, muñecos de nieve y bolas de adorno... aparecieran casi escondidos y sin querer llamar la atención los Reyes Magos que tenéis al principio de la entrada... La primera imagen con contenido Bíblico se hizo de nuevo esperar... En fin, que se ve que más de uno sigue despistado y sin saber lo que verdaderamente se celebra estos días...

¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!!

sábado, 13 de diciembre de 2014

El extraño: Una reflexión para meditar...

Hace unos días he leído esta reflexión en una red social y no me he podido resistir a compartirla con vosotros. Aunque tiene algunos “toques” religiosos, no es una historia específicamente cristiana, aunque sí supone una crítica a uno de los “diosecillos” de nuestra sociedad. Es algo más larga que mis entradas habituales, pero no os adelanto más, salvo que merece muy mucho la pena leerla hasta el final….

Pocos meses antes de que yo naciera, mi papá conoció a un extraño recién llegado a nuestro pequeño pueblo. Desde el comienzo, mi papá estaba fascinado con sus encantos, y no tardó en invitarlo a vivir con nosotros. Fue aceptado rápidamente y en pocos meses se convirtió en uno más de la familia.

Mientras crecía nunca cuestioné su lugar en la casa; en mi mente infantil, cada miembro tenía su lugar: mi hermano, Guillermo, cinco años mayor que yo, era mi modelo; Francisca, mi hermanita menor, era mi compañera de travesuras y riñas. Mis padres fueron mis grandes educadores, ambos me enseñaron a ser buena persona, a ser trabajador, honrado, responsable, fiel, a amar a Dios y a los demás... El extraño, por su parte, complementaba a la educación familiar; él parecía saberlo todo, y podía urdir las historias más fascinantes. La aventura, el misterio o la comedia eran sus conversaciones diarias. Podía tener a toda la familia hechizada por horas en las que hablaba sin parar. Si yo quería saber de política, historia o ciencia, él se sabía muchas historias y siempre tenía algo que decir. Era una gran suerte que el extraño hubiera decidido quedarse a vivir con nosotros.

El extraño nos contaba cosas del pasado (a su manera), nos explicaba el presente (desde su punto de vista), y aparentemente podía predecir el futuro. La manera en que nos contaba las cosas era tan real que a veces hasta me reía o lloraba mientras lo veía y lo escuchaba. Fue como un amigo para toda la familia. Nos llevó a mi papá, a Guillermo y a mí a nuestro primer mundial de fútbol. Nunca lo olvidaré. Casi todos los fines de semana nos proponía ver una película y siempre aceptábamos gustosamente. 

Poco a poco, se le iba permitiendo todo al extraño. El extraño hablaba sin cesar. A mi papá no le molestaba, pero mi mamá en ocasiones se levantaba harta de oírlo y se iba a su cuarto a leer la Biblia y a rezar. Cuando le preguntábamos porqué lo hacía nos decía que era más importante escuchar a Dios que al extraño, lo cual nos sorprendía. Un día estaban hablando mi mamá y el extraño a la vez, y mi papá le dijo a mi mamá con brusquedad que se callara, que no le dejaba oír con claridad al extraño. Mi mamá agachó la cabeza y se fue a su habitación, en aquel día no se si para rezar o para llorar, o quizás las dos cosas…

En casa no se permitían palabrotas, ni nuestras, ni de nuestros amigos, ni de los adultos. Recuerdo un día que nos castigaron a los tres hermanos porque nos reíamos y no parábamos de decir una palabra malsonante. Sin embargo, el extraño utilizaba muchas de esas palabras (especialmente una de cuatro letras) que lastimaban nuestros oídos constantemente. Hasta donde yo sé, nunca se le dijo nada. Papá nunca le llamó la atención, y mamá se resignaba y se encogía de hombros cada vez que lo escuchaba. Tampoco podíamos pelearnos, pero el extraño no paraba de traer gente a casa cada vez más vulgar. A veces no hablaban; gritaban; se insultaban y le faltaban al respeto a todo el mundo. A veces llegaban a las manos, y comenzó a ser algo frecuente ver sangre, mucha sangre. Al principio nos daba miedo, pero poco a poco nos acostumbramos y lo veíamos como algo normal.

Mi papá y mi mamá eran abstemios que no permitían el alcohol en su casa, ni siquiera para cocinar. Tampoco fumaban. Pero el extraño pensó que ya éramos mayores, y nos proponía otros modos de vida: en muchas ocasiones nos ofreció cerveza y otras bebidas alcohólicas; nos presentó los cigarrillos como cosa deseable; los puros como cosa de hombría, y las pipas para fumar como de la alta clase. Pocos años después empezó a hablarnos de las drogas, de lo mala que era, pero hablaba tantas y tantas veces, y nos ponía tantos ejemplos de personas que la consumían que lo terminamos también viendo como una cosa normal.

El extraño nos hablaba sin reservas del sexo, un tema que a nuestros padres les daba vergüenza tocar con nosotros. Sus comentarios algunas veces eran descarados; otras, sugestivos; pero generalmente, vergonzosos. Algunas veces, creíamos que llegaba al límite: nos enseñaba imágenes con las partes más íntimas del hombre y de la mujer, hablaba sin cesar de posturas sexuales, de homosexualidad, bisexualidad, transexualidad, pederastia, pornografía…. Todo era normal y respetable para él. El extraño se oponía a los valores de mis padres. Hablaba con desprecio de la virginidad o la fidelidad matrimonial. Sin embargo, nunca se le reprendió ni nunca le pidieron que se fuera de casa. Se había hecho un sitio en nuestro hogar y ya tenía carta blanca para hacer o decir lo que quisiera. 

Han pasado más de cuarenta años desde que el extraño vino a vivir con mi familia. Ahora ya no es tan novedoso para mis papás como en aquellos primeros años. Pero si hoy entráis en la casa de mis padres, todavía lo veréis sentado en una esquina, esperando a que alguien lo escuche hablar y a que alguien mire sus dibujos. Está mucho más alto, más ancho, aunque su silueta dice mi mamá que es mucho más estilizada ahora que hace unos años. Yo diría que está incluso más joven y con mejor aspecto. A veces el extraño se ponía enfermo, pero se lo llevaban, lo ponían al lado de un contenedor de basura y parecía que se había marchado de casa. Pero a las pocas horas llegaba mi papá acompañando al extraño que como por arte de magia venía con mucha mejor salud, aparentemente como nuevo.

¿Qué no he dicho todavía el nombre del extraño? Se me habrá olvidado… Todavía no sé si es chico o chica… En casa le llamamos “la Tele”, aunque su nombre completo es “El Televisor”. Sus hijos, los ordenadores, vinieron años después, y hace poco han llegado sus nietos, los Smartphones… Os advierto que todos son iguales de peligrosos, y una vez que llegan a tu vida, se quedan en ella para siempre….

lunes, 8 de diciembre de 2014

La Inmaculada: El milagro de Empel

Hace ya unos años escribí una entrada sobre el sentido teológico de la solemnidad de hoy. 

Hoy vamos a hablar más bien de una curiosidad, que deberíamos comenzar con una pregunta: ¿Pueden Dios o la Virgen María intervenir en una guerra para decidir su suerte? Seguramente, en nuestra mentalidad actual responderíamos rápidamente que no, que ambos tienen cosas más importantes que hacer y que ninguno de ellos actuaría en una acción violenta entre dos ejércitos para decidir un vencedor y un perdedor. 

Sin embargo, respondiendo tajantemente que no, estaríamos borrando de un plumazo una gran parte de la historia de muchas naciones, entre ellas España, que durante siglos ha achacado sus victorias o derrotas en el campo de batalla a la intercesión o abandono de la divinidad. Y ni que decir tiene que el pueblo de Israel y gran parte del Antiguo Testamento se basan en la noción de Pueblo escogido de Dios que cuenta con el favor o el castigo de Yahvé en todos los aspectos de la vida, también en el militar.

Por ello creo que esta leyenda-historia militar merece un poco de atención. Hoy es festivo en España gracias a ella. Según la misma, el 7 de diciembre de 1585 el Tercio Español combatía en la Guerra de los Ochenta Años en los Países Bajos, siendo su situación desesperada por la escasez de víveres y el cerco al que estaba siendo sometido por las tropas enemigas.

El Almirante Holak ofreció la rendición a cambio de conservar la vida, pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, Holak recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.

En ese crítico momento, de acuerdo con la tradición, un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada:

Según indica la citada tradición, un viento completamente inusual e intensamente frío se desató aquella noche helando las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Holak llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro».

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia,  300 años antes de que el Papa proclamara en la bula Ineffabilis Deus como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen María.