domingo, 27 de abril de 2014

San Juan XXIII y San Juan Pablo II

Hoy es día grande en la Iglesia Católica. Dos de los grandes Papas de nuestra historia reciente, Juan XXIII y Juan Pablo II van a ser canonizados dentro de unas horas en la plaza de San Pedro del Vaticano delante de aproximadamente un millón de personas llegados desde todos los confines de la tierra.

Una canonización no exenta de polémicas, ya que el poco tiempo transcurrido desde la muerte de Juan Pablo II (nueve años en asuntos de la Iglesia es poco tiempo...) hacen que la cercanía temporal con la persona y sus limitaciones salgan a la palestra con más fuerza que en otros casos. Que yo haya escuchado, nadie se opone a la canonización de Juan XXIII, ya que ha pasado tanto tiempo que no quedan coetáneos que recuerden sus defectos. De Juan Pablo II, sin embargo, sí: Que si era demasiado conservador, que si sólo hablaba del aborto y de la anticoncepción, que si encubría pederastas... ataques en su mayoría injustificados frutos de una escasa visión histórica.

Quienes se ceban en lo malo olvidando todo lo bueno que ambos Papas (especialmente Juan Pablo II, el más criticado) hicieron, lo primero que hacen es tirarse piedras contra su propio tejado. Afirman que Juan Pablo II no puede ser santo porque tuvo pecados. Ya, ¿y qué?. Que tuvo pecados es evidente. Se arrepentía de ellos y los confesaba como cualquier mortal. Santo no es el que no tiene pecados sino el que lucha contra ellos. El que cae 100 veces pero 100 veces se levanta. O usando el ejemplo Bíblico, el que tres veces niega a Cristo pero tres veces le confiesa más tarde su amor incondicional. Poner como prototipo de Santo a una persona que no tiene pecados, es, además de imposible, poco práctico: ¿Quién iba a intentar seguir el modelo de una persona inalcanzable...? Con las canonizaciones -estas dos y las miles que se han producido en los últimos años- la Iglesia nos señala el camino: A pesar de los pecados personales, se puede ser santo cuando hay una entrega total a Cristo y una fe, esperanza y caridad que gobiernan nuestras vidas. Lo demás serán hojas de periódicos ávidas de morbo. No pienso perder el tiempo leyendo ninguna, ya que no habrán captado el sentido de lo que la Iglesia Católica celebra hoy. Entre otras cosas, porque no les interesa.


"Adorno" el post con un momento que para mi ahora es más emocionante si cabe. El momento en el que conocí a Juan Pablo II, dentro de unos momentos, San Juan Pablo II. Me regaló un rosario que yo a mi vez le regalé a mi madre. Ya puedo morir diciendo que he conocido a un santo, aunque ahora que caigo y según mi propia reflexión, he conocido a más de uno. Que la Iglesia no los haya elevado a los altares no significa que no lo fueran....

domingo, 20 de abril de 2014

Domingo de Resurrección

¡¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!!

Un año más, desde la Vigilia Pascual de anoche, celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Una victoria compartida, que nos hace futuros receptores de ese triunfo final sobre nuestro destino último.

Las amarguras, las dificultades, los sufrimientos,  las soledades, la pena, la tristeza, el dolor, el llanto, la angustia... y todo lo que se alzaba como victorioso en la Pasión de Cristo y muy a menudo en nuestras existencias tendrán que dejar paso a la alegría que no tiene fin.

La pedagogía de Dios, sin embargo, es como un buen guión de Hitchcock. O como un partido de fútbol que se gana en el último minuto de la prórroga. Hay que sufrir en el campo, hay que aguardar a que toda la trama se desvele para poder respirar profundamente con la satisfacción del deber cumplido. No hay victorias fáciles, ni caminos de rosas. Nuestra redención, como la de Cristo, tendrá que pasar su Cáliz amargo, su Getsemaní y su Gólgota como momentos necesarios previos al Domingo de Resurrección.

Este es nuestro consuelo y nuestra Esperanza. Unámonos a la victoria de Cristo, aunque para ello haya que unirse también a su Pasión y su Muerte. No se da la una sin la otra. No lo olvidemos en los momentos difíciles de nuestra vida.

domingo, 13 de abril de 2014

Procesiones de Semana Santa

En el pasado post escribí acerca de la importancia de la Semana Santa en sus aspectos litúrgicos. Hoy me gustaría compartir con vosotros otro aspecto que, aunque menos importante, en mi tierra de España -y más concretamente de Andalucía- tiene una fuerza tremenda: las estaciones de penitencia o procesiones, globalmente conocidas como "Religiosidad Popular".

Dado que muchos de mis lectores son de fuera de España, voy a intentar explicar esta costumbre tan antigua (aproximadamente cinco siglos) como arraigada. Su nombre "Religiosidad Popular" no es casual, ya que el pueblo llano, ajeno al lenguaje litúrgico (en épocas pasadas el latín, hoy en castellano, pero para la gran mayoría, igualmente incomprensible...) ideó sus formas de expresar su religiosidad y no encontró mejor manera que sacar sus Cristos, Vírgenes y Santos a la calle. Las imágenes que durante un año aguardan en el Templo, realizan una salida durante la Semana Santa acompañados de "penitentes" que realizan distintos sacrificios (llevar la cara tapada, portar velas, cruces, estandartes..., cargar el peso de los "pasos" o "tronos", andar descalzos) por un periodo aproximado de 6-8 horas. Con el paso de los siglos, está devoción ha ido haciéndose cada vez más espectacular, aunando distintas dimensiones que hoy son casi inseparables.

De este modo, fe, religiosidad, tradición, sentimiento, devoción, folklore, política, historia, arte, economía, turismo o mera costumbre forman un conglomerado en el que resulta a veces diferenciar lo sagrado de lo profano, lo religioso de lo supersticioso. No obstante, como espectáculo es la Semana Mayor, aguardada con entusiasmo durante un año e inundada de lágrimas cuando la lluvia hace acto de presencia.

Un amigo mío me decía el otro día que está bautizado pero que no es practicante. Por motivos personales se ha alejado de la Iglesia como institución.
Sin embargo, disfruta esta semana gracias a estos actos, se acerca de refilón a la Pasión de Cristo y según sus palabras "La Religión está para que estemos más unidos, juntos y para estar a gusto con la familia y amigos, así que durante esta semana creo que conmigo cumple sus objetivos....". Para mi gusto, no es ni de lejos el ideal de cristiano, pero ciertamente, en una sociedad donde se quiere arrinconar todo lo que suene a cristiano, menos es nada...

Por cierto, acompaño este post con algunas imágenes de la Hermandad a la que pertenezco desde pequeño, "San Mateo" en Jerez de la frontera. Personalmente no me considero un fanático de las procesiones, pero sí que disfruto viéndolas en la calle...

Así que nada, a disfrutar esta semana de procesiones a quien le guste, y lo más importante, a rezar... 

domingo, 6 de abril de 2014

Semana Santa

Voy a comentar hoy algunos aspectos de la Semana Santa. A buen seguro no son los únicos pero sí los más importantes, porque me interesa dejar clara una base que a veces obviamos. Empieza a ser indignante la incultura religiosa que nos rodea. Muchas personas confunden Semana Santa con procesiones o vacaciones. La Semana Santa tiene de lo uno y de lo otro, pero ni de lejos son lo más destacable de estos días que se avecinan. 

En primer lugar, la Semana Santa es un poco peculiar, ya que dura ocho y no siete días. Comprende desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. Por lo tanto, esos ocho días son un recuerdo de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Sus días más importantes a nivel de celebraciones litúrgicas son 4, que detallo a continuación:

Domingo de Ramos: Se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, donde es recibido como el Mesías esperado, el liberador del pueblo judío. En la Eucaristía dominical se bendicen las palmas y ramos de olivo y se leen dos Evangelios, la entrada en Jerusalén al comienzo y la Pasión durante las lecturas. 

Jueves Santo: Eucaristía donde se conmemora la Última Cena de Cristo. Es el día del Amor Fraterno, el sacerdote lava los pies a doce personas en recuerdo de la acción servicial de Cristo. Se recuerda la institución de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal. Ya no se consagrará más hasta la Vigilia Pascual. En esa noche, del Jueves al Viernes Santo (La Madrugada o “madrugá” en Andalucía) se expone el Santísimo Sacramento en las Iglesias, y se organizan turnos de vigilia para acompañar a Cristo Sacramentado. Con ello se recuerda el doble juicio judío-religioso y romano-civil que Jesús tuvo esa noche.


Viernes Santo: No hay Eucaristía propiamente dicha, sino “Oficios”. Se venera la cruz y se comulga sin consagración. Se lee la Pasión y se reza por todas las necesidades de la Iglesia y del mundo. Día de ayuno y abstinencia. Se recuerda así la Flagelación, las burlas, el camino del Calvario y las dos horas de crucifixión de Cristo. Pasadas las tres de la tarde (hora de la muerte) se deben tapar todos los crucificados y cerrar todos los templos. Es día de luto y de tristeza, a la espectativa de la resurrección.

Vigilia Pascual: En la noche del sábado comienza el Domingo de Resurrección, con una misa especial: Se bendice el fuego y se reparten velas, se proclama el Pregón Pascual y nueve lecturas del A.T y del N.T. y se renuevan las promesas bautismales (puede haber bautismos, expresión máxima de la victoria de Cristo). Se conmemora la victoria de Cristo sobre la muerte, momento que será recordado cada domingo y cada Eucaristía. La palabra Aleluya, con las que el sacerdote despedirá todas las Eucaristías del tiempo Pascual, significa "Alabad a Dios". Es día de alegría y de júbilo, porque Dios nos muestra el camino de la Salvación.

Estos tres últimos días componen el Triduo Pascual, que constituye el centro y las celebraciones más importantes de la espiritualidad cristiana.

De momento, creo que es un buen esquema de la Semana Santa en su aspecto litúrgico. Espero poder enriquecerlo en las siguientes semanas.