martes, 30 de diciembre de 2008

Ladran, luego cabalgamos

Esta frase atribuida a Don Alonso Quijano pero en realidad ausente del Quijote de Cervantes expresa bien a las claras el resultado del encuentro de la familia del pasado fin de semana en Madrid.

Toda la maquinaria mediática estaba puesta al servicio del gobierno para desacreditar lo que los obispos españoles y los cristianos en general celebraban el día de la Sagrada familia. La delegación del gobierno en Madrid saltó rápidamente a la palestra para hablar de 300.000 congregados en torno a la plaza de Colón. "Mucha menos gente que el año pasado", "Nada nuevo en el mensaje de los obispos...", y otras lindezas del género fueron las únicas ocurrencias para desinformar de un gran acontecimiento que no ha tenido parangón este año en España salvo por la celebración de la Eurocopa de fútbol en el mes de junio.

Resulta que cuando zp (o Rajoy, me da igual), en la pasada campaña electoral reunían a 10 o 15 mil personas en una plaza de toros (la mayoría de ellos con viaje y bocata pagados...) eso sí era noticia. No encuentro mejor definición que la que Miguel Bosé hizo de este tipo de periodistas: Los informadores al servicio del poder, los mercenarios de rumores y calumnias, la raza despreciable. Esos que se dedican a ser altavoces de promesas incumplidas y de vana palabrería de quien sólo quiere perpetuarse en el poder.

Me da igual que fueran 500.000 o un millón. Nadie habló del frío y del agua. Nadie dijo que se tienen que pagar el viaje de sus bolsillos. Nadie dijo que fue una manifestación de fe pacífica y sin insultos (muy distinto, por ejemplo, a como nos tratan a los cristianos en el día del orgullo gay). Lo bueno sigue sin ser noticia, pero a la iglesia no la van a callar.

Hablaron del encuentro de la familia. Lo hicieron para criticarlo, pero hablaron. Ladran luego cabalgamos.

No sólo eran un millón de personas. Afortunadamente los que defendemos la familia tradicional y no cedemos al chantaje del pensamiento único seguimos siendo mayoría. Y si un día dejamos de serlo no pasa nada. Podrán adoctrinar y manipular conciencias, pero siempre habrá una voz que predique en el desierto como Juan Bautista. Sólo la verdad nos hace libres y sólo Jesucristo salva. Lo demás son modas pasajeras y se las llevará el viento.

Termino este año con los mejores deseos para vosotros y para todas vuestras familias, y para esa gran familia que es la Iglesia y nos acoge a todos en su maternal regazo. Hasta el año que viene.

martes, 23 de diciembre de 2008

Oración de San Agustín: Tarde te amé...

Durante estos cuatro domingos de Adviento he estado insistiendo en mis homilías –y en mis últimos posts- sobre lo imprescindible que resulta la esperanza para la vida del cristiano. Me parece justo coronar el nacimiento del niño incidiendo en el mismo tema.

A menudo asociamos la venida del Mesías a la llegada de muchos valores (paz, amor, justicia, perdón…) todos ellos necesarios, pero me parece que se nos vuelve a olvidar remarcar la esperanza. Sin esperanza todo es un sinsentido. No creo estar muy equivocado al afirmar que el aumento de las depresiones, angustias y ansiedades de nuestro mundo son directamente proporcionales a la disminución de la Esperanza en los corazones de los hombres.

Diariamente estamos sometidos a un goteo incesante de malas noticias. Crisis, paro, drogas, maltrato, guerras, hambre, terrorismo, violencia… son el “pan nuestro de cada día” de los telediarios. Lo bueno y lo noble no son noticia, no venden tanto como el morbo o las desgracias. Evidentemente no somos ajenos a ese bombardeo mediático. Por muchas corazas que nos pongamos y por mucha resistencia que opongamos la realidad se nos termina imponiendo; y de las rendijas de nuestros corazones brotan preguntas como: ¿Qué sentido tiene la existencia?, ¿Por qué existe tanto mal en el mundo?, ¿No somos solo reflejo de la nada, de lo insignificante en medio del absurdo?...

Es imposible vivir sin esperanza, y para acallar esos suspiros de nuestro corazón derrotado, a menudo nos buscamos pequeños mundos más habitables; nos refugiamos en castillos interiores donde al menos buscamos alcanzar metas más cercanas y accesibles. Y así, en ausencia de una esperanza trascendente, decidimos llenar nuestras vidas y nuestro tiempo de distracciones que si bien no nos conceden la felicidad sí nos proporcionan satisfacciones transitorias. Buscamos saciar nuestro apetito espiritual con meros objetos materiales. Y claro, así no se puede vivir. Lo único que conseguimos es desvirtuar nuestra razón de ser y añadir dosis más elevadas de ansiedad y melancolía. Ese es el prototipo de hombre que nuestra sociedad está creando. El hombre que vuelto de espaldas a Dios descubre que nada tiene sentido y que el fracaso es el fin último de la existencia.

No es esa la vida que Dios quiere para nosotros. Nuestro corazón, creado por Dios, sólo encuentra su sentido en Él. Hoy más que nunca tenemos que meditar y profundizar este texto bellísimo de Las Confesiones de San Agustín de Hipona que se comenta por sí solo. Os invito a que lo leáis con tranquilidad y hagáis un rato de oración serena con él.


“El hombre, parte de tu creación, desea alabarte;
el hombre, que arrastra consigo su condición mortal,
la convicción de su pecado, y la convicción de que tú resistes a los soberbios.
Y, con todo, el hombre, parte de tu creación, desea alabarte.
De ti proviene esta atracción a tu alabanza,
porque nos has hecho para ti,
y nuestro corazón no halla sosiego hasta que no descansa en ti.”
Demasiado tarde, demasiado tarde empecé a amarte.
¡Hermosura siempre antigua y siempre nueva,
demasiado tarde empecé a amarte!
Tú estabas conmigo y yo no estaba contigo.
Yo estaba lejos, corriendo detrás de la hermosura por Ti creada;
las cosas que habían recibido de Ti el ser, me mantenían lejos de Ti.
Pero tú me llamaste.
Me llamaste a gritos, y acabaste por vencer mi sordera.
Tú me iluminaste y tu luz acabó por penetrar en mis tinieblas.
Ahora que he gustado de tu suavidad estoy hambriento de Ti.
Me has tocado y mi corazón desea ardientemente tus abrazos.”

martes, 16 de diciembre de 2008

Curiosidades sobre la Navidad

¿Creías que ya lo sabías todo sobre la Navidad? Una fiesta tan antigua y tan rica es fuente abundante de anécdotas y de símbolos que a menudo caen en el olvido. Hoy os propongo refrescar la memoria con algunos datos curiosos de las fechas que se acercan:

El término Navidad proviene del latín "Nativitas" y significa Nacimiento. El día de Navidad fue oficialmente reconocido en el año 345, cuando por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno se proclamó el 25 de diciembre como fecha de la Natividad de Cristo. La misa que se celebra el 24 de diciembre duraba hasta el amanecer, hasta el canto del gallo, de donde le quedó su sugestivo nombre.

La tradición de poner el Belén en el mundo se remonta al año 1223, en una Navidad de la villa italiana de Greccio. Cuenta la leyenda que en esta localidad, San Francisco de Asís reunió a los vecinos para celebrar la misa de medianoche. En derredor de un pesebre, con la figura del Niño Jesús, moldeado por las manos de San Francisco, se cantaron alabanzas al Misterio del Nacimiento; en el momento más solemne de la misa, aquella figura inmóvil adquirió vida, sonrió y extendió sus brazos hacia el Santo de Asís. El milagro se había producido ante la vista de todos, y desde entonces la fama de los "Nacimientos" y su costumbre se extendió por todo el mundo. El Papa Juan Pablo II, en 1.986, a petición de las asociaciones belenistas de todo el mundo, proclamó a San Francisco de Asís Patrón Universal del Belenismo.

El árbol de Navidad decorado es una costumbre más reciente, apareciendo a principios del siglo XVII, en Alemania. En 1605, un árbol fue decorado con luces para ambientar la fría Navidad, costumbre que se difundió rápidamente por todo el mundo.

La Biblia habla de Sabios o Magos que acudieron a adorar al niño. Hace dos milenios, se llamaba Reyes Magos a los filósofos y los consejeros reales, estudiosos de la astronomía y la astrología. No se sabía con certeza cuántos eran los Reyes Magos, hasta que el Papa San León, en el Siglo V, estableció que eran tres: Melchor, que representa a los europeos, ofreció al Niño Dios un presente de oro que atestigua su realeza. Gaspar, representante de los semitas de Asia, cuyo bien más preciado es el incienso, lo ofreció al Niño como símbolo de su divinidad. Y por último, Baltasar, negro y más joven, se identifica con los africanos, que entregan la mirra, en alusión a su futura pasión y resurrección. Las reliquias de los Reyes Magos estuvieron durante trescientos años en Constantinopla, en lo que antes era Bizancio y ahora Estambul, en Turquía. Luego fueron trasladados a Milán hasta 1162, en que el emperador Barbarroja saqueó Milán y entregó los restos de los Reyes Magos al arzobispo Reinaldo de Dassel, quien decidió que dichos restos fueran trasladados a Colonia, Alemania. Los restos de los tres Reyes Magos descansan en un cofre de oro y plata que pesa unos 350 kg, y se halla en una capilla que hizo construir a tal efecto el emperador Carlomagno en Colonia.

El buey que acompaña a San José es símbolo de la paciencia y del trabajo. El asno, animal que acompaña a la Virgen en el nacimiento, es símbolo de humildad. Ambos son reflejo de la procedencia divina del niño Jesús. El buey es un toro castrado y la mula una yegua estéril, de ninguno de los dos se puede esperar descendencia. Para profundizar en esta simbología se puede consultar esta entrada sobre la simbología de los animales en el cristianismo.

Hacia el siglo II un sacerdote cristiano llamado Nicolás abandonó Italia, para difundir en Asia la palabra de Dios. Siendo misionero, fue trasladado a Myra, para ser nombrado obispo. Murió un 6 de diciembre, fue proclamado santo e inspiró la figura de Papá Noel. La figura de Santa Claus, con la estética que ahora conocemos, es una invención estadounidense del siglo XX, si bien se basó en la vida y la leyenda de San Nicolás. Actualmente, se designa al mismo personaje en los distintos países, como Santa Claus, Papá Noel o San Nicolás. El nombre Santa Claus es una contracción de Sanctus Nicolaus, y se refiere específicamente a San Nicolás de Bari, quien fuera Obispo de Mira en el S. IV, personaje de una enorme bondad y protector sobretodo de los niños.

“Noche de Paz”, el villancico más popular del mundo, fue creado por casualidad, porque se había estropeado el órgano de la iglesia. En 1818, dos días antes de Navidad, el viejo órgano de la iglesia de San Nicolás en Salzburgo, la parroquia del padre Joseph Mohr, pasó a mejor vida. Para no decepcionar a sus feligreses, el sacerdote pidió a su amigo Franz Xaver Gruber, maestro y organista del vecino pueblo de Arnsdorf, que compusiera una melodía para un texto de Navidad. En la misa del gallo de ese 24 de diciembre, Joseph Mohr, cura con voz de tenor y que tocaba la guitarra, y Gruber, que poseía una bella voz de bajo, interpretaron por vez primera en alemán “Noche de Paz”. En 1831, un coro que se dedicaba a cantar aires populares tiroleses incorporó el villancico del padre Mohr a su repertorio durante una gira por Prusia. De allí, la canción viajó a Nueva York, donde fue interpretada por un coro tirolés en 1839 pero donde sus autores y su origen permanecieron desconocidos. Treinta y seis años más tarde, la corte real de Prusia, que buscaba el original de la partitura, consultó al párroco de San Pedro de Salzburgo, quien, para sorpresa general, respondió que Mohr y Gruber, muertos en el anonimato respectivamente en 1848 y 1863, eran los autores del villancico que se había atribuido al compositor austríaco Michael Haydn.

Y para terminar, algo más pagano pero de nuestra tierra… El primer sorteo de la Lotería de Navidad se celebró en Cádiz en 1812.

martes, 9 de diciembre de 2008

Mantener la Esperanza

Estamos inmersos en el Adviento, que como bien sabéis, es el tiempo que la Iglesia nos brinda para hacer más firme nuestra esperanza y preparar el nacimiento del Salvador del mundo. Corren tiempos difíciles para la esperanza. Seguramente estemos más atentos en nuestra vida espiritual a las otras dos virtudes teologales (la fe y el amor) que a este tercer pilar de nuestra vida cristiana.

La esperanza es la virtud que nos hace seguir luchando a pesar de los palos que nos da la vida o las personas en quienes confiábamos. A menudo un contratiempo es capaz de hacernos abandonar un proyecto en el que habíamos depositado nuestras ilusiones y muchas horas de dedicación y de desvelos. A este propósito me han mandado un e-mail bastante curioso. Me resulta imposible contrastar su veracidad por razones de tiempo, pero resulta cuando menos creíble en todo lo que dice. Señala ejemplos de superación personal en las que personas importantes de la historia han mantenido la esperanza a pesar de los contratiempos que la vida les ha puesto en su camino. Me parecen buenos modelos para mantener viva nuestra esperanza en aquellas tareas que necesitemos llevar adelante.

Lo comparto con vosotros:

- Michael Jordan, el considerado mejor baloncestista de la historia, fue expulsado del equipo escolar por bajo rendimiento.

- Winston Churchill repitió el sexto curso escolar. Tras mucho esfuerzo de autoasuperación, llegó a ser Primer ministro de Inglaterra a los 62 años de edad.

- Albert Einstein no comenzó a hablar hasta los 4 años de edad y aprendió a leer a los 7. Su maestra (toda una visionaria...) lo calificó como "mentalmente lerdo". Fue expulsado de la escuela y no fue luego admitido en el Politécnico de Zurich.

- En 1944, Emmeline Snively, directora de la agencia de modelos Blue Book Modeling, le dijo a la candidata Norman Jean Baker (Marilyn Monroe) : "Sería mejor que hicieras un curso de secretaria o buscaras un buen marido. En esta profesión no tienes ningún futuro.".

- Al rechazar a un grupo de rock inglés llamado The Beatles, un ejecutivo de Decca Recording Company dijo: "No tienen talento suficiente".

- Cuando Alexander Graham Bell inventó el teléfono, en 1876, buscó quienes lo financiaran en el proyecto. El Presidente Rutheford Hayes dijo: "Es un invento extraordinario, pero ¿quién lo va a usar?".

- Thomas Edison hizo 2000 experimentos hasta inventar la lámpara. Un joven reportero preguntó el porqué de tantos fracasos. Edison respondió: "No fracasé ni una sóla vez. Inventé la lámpara. Sin todos aquellos intentos no hubiera sido posible".

- A los 46 años, luego de perder progresivamente la audición, el compositor alemán Ludwing Van Beethoven quedó completamente sordo. Y así compuso buena parte de su obra. Incluidas 3 sinfonías, en los 6 últimos años.

martes, 2 de diciembre de 2008

Adviento

Como en años anteriores, la Asociación de Belenistas "La Adoración" me ha pedido una colaboración para su revista "Pesebre". Este año me ha salido un artículo un poco más teológico de la cuenta, pero bueno, no está mal que entremos un poco en el fondo del misterio del nacimiento de Cristo de vez en cuando...

Os lo copio para que también os ayude a vosotros a meditar antes que el niño nazca:

La pregunta que vamos a intentar esclarecer en este artículo es la siguiente: ¿Cuántas veces ha venido Cristo al mundo?. En principio, la respuesta parece obvia: Una.

Sin embargo, la Teología clásica ha hablado siempre de una “triple” venida de Cristo, coincidiendo con las categorías temporales en las que todo ser humano desarrolla su existencia: Pasado, presente y futuro. Vamos a ver en qué consiste cada una de ellas.

La primera de ellas, coincidiendo con el tiempo pasado, es la que nos resulta más evidente: La llegada en carne y hueso de Cristo al mundo. Es el Nacimiento y posterior desarrollo vital de quien para nosotros no es sólo un personaje más de la historia –Jesús de Nazaret- sino del mismísimo Dios hecho Hombre. Recordamos y celebramos, por lo tanto, mucho más que la simple efeméride de un acontecimiento puntual de la historia. Para los cristianos es el punto más elevado de la historia, aquel en el que se tocan el cielo y la tierra. Tan importante fue para la historia de la humanidad que a partir de entonces medimos el tiempo en “antes” y “después” de Jesucristo. Su primera venida al mundo, espiritualmente hablando, tampoco tiene desperdicio: Nace de una muchachita Virgen en el pesebre de una aldea pobre, perteneciente a un país arrinconado en los suburbios del Imperio Romano. Nada más lejos de lo que se podía esperar de la llegada de Dios al mundo. Nace entre la indiferencia de muchos, la búsqueda de otros –los Magos- y el odio de quien ve peligrar su poder –Herodes-.

La segunda de las venidas, coincidente con el tiempo futuro, es la que confesamos en el Credo “…desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y los muertos…”. Es la llegada gloriosa y triunfante de Cristo al final de los tiempos, lo que en griego se conoce como la parusía”. Me parece que la expresión artística más significativa de esta llegada de Cristo es el frontal de los frescos de la Capilla Sixtina de Roma. En ellos vemos a un Cristo juez –casi estremecedor- que manda a unos al cielo y a otros al infierno. No deja de ser un símbolo perteneciente a una cultura y una mentalidad determinadas, pero expresa visiblemente el significado de este Cristo poderoso, Señor de la Historia y que dará a cada uno lo suyo en función de su fidelidad al Evangelio. Pero no es miedo o pánico lo que esta llegada debe producir en nosotros. Una de las pocas expresiones arameas (la lengua materna de Jesucristo y de sus apóstoles) que han llegado hasta nuestros días es la oración “Marana Tha” que se traduce por “Ven, Señor Jesús” con la que las primeras comunidades cristianas expresaban el anhelo de que ese retorno glorioso de Jesucristo se produjera cuanto antes. Nada tiene que temer quien pone su fe en Cristo y en su Palabra.

La tercera y última de las venidas de Cristo es la que coincide con el tiempo presente y pasa, sin embargo, más desapercibida. Es la llegada a cada uno de nuestros corazones, conciencias, almas…(llamémoslo como queramos) en el aquí y ahora. Es la continua llamada a ser mejores, a reproducir esa vida de Amor y de perdón que Cristo vino a traer al mundo. Es también la presencia de Cristo en el Sagrario, en la Eucaristía, a través de su Palabra o de los mas necesitados. Es el Cristo que hoy vuelve a nacer –y vuelve a ser crucificado- en los enfermos, en los toxicómanos, en los emigrantes, en las prostitutas, en el refugiado, en el seropositivo, en el abatido, en la víctima del terrorismo o la guerra, en el niño no nacido y aniquilado en el vientre materno, en el parado que no encuentra trabajo, en el depresivo que no le ve un sentido a su vida… en definitiva, en todo ser que sufre y que me interpela para que le ofrezca una mano amiga que lo ayude a levantarse.