martes, 6 de mayo de 2008

La Oración del Hombre Nuevo

El otro día, conversando con mi amiga Isabel (quien me confesó que era lectora asidua del blog pero incapaz de escribir comentarios....) me comentó su devoción especial hacia esta oración. Yo ya la conocía, la había escuchado varias veces y me consta que es muy empleada en Alcohólicos Anónimos -que a pesar de ser una ONG aconfesional es profundamente tolerante con los valores religiosos- como parte de la terapia de autoaceptación y autoayuda. Aquella noche le dije que le iba a dedicar uno de mis post, y aquí estoy cumpliendo mi palabra. Espero que ello sirva para que se anime y escriba su primer comentario...

La oración del hombre nuevo, como se conoce generalmente, es la siguiente:


Concédeme, Señor,
SERENIDAD para aceptar las cosas que no puedo cambiar;
VALOR para cambiar lo que puedo;
SABIDURÍA para conocer la diferencia.

Documentándome esta semana en la oración, me he llevado varias sorpresas.

La primera de ellas es que no se trata de la oración de ningún santo católico, sino de un pastor evangelista americano llamado Reinhold Niebuhr. El Espíritu Santo -que este domingo celebraremos litúrgicamente- sopla donde quiere y cuando quiere, y me parece que a este hombre le concedió el don de la oración profusamente...

La segunda es que no se llama Oración del Hombre Nuevo, como la llamamos los católicos; sino que su autor la llamó Oración de la Serenidad.

Y la tercera, y más importante, es que lo que conocemos de ella es sólo una parte. La oración completa es la siguiente:

"Dios, 
concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, 
el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar 
y la sabiduría para conocer la diferencia; 
viviendo un día a la vez, 
disfrutando un momento a la vez; 
aceptando las adversidades como un camino hacia la paz; 
pidiendo, como lo hizo Dios, 
en este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera; 
creyendo que Tú harás que todas las cosas estén bien si yo me entrego a Tu voluntad; 
de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida 
e increíblemente feliz Contigo en la siguiente. 
Amen.”

Dando continuidad a la reflexión de la semana pasada vemos que tiene mucho que ver con la resignación-aceptación de la que hablábamos.

El valor para cambiar las cosas debe ir acompañado de la serenidad para aceptar que hay cosas que se escapan de nuestras manos y están solo en las de Dios. La oración habla a las claras de la aceptación de las adversidades y del mundo como es, no como a uno le gustaría que fuera; de la sumisión a la voluntad de Dios... En fin, que me parece que tiene muchos ecos de nuestra última reflexión y casi que sobra ahondar en lo mismo.

En fin, que la comparto con vosotros y pienso que nos puede ayudar mucho espiritualmente en momentos difíciles.

4 comentarios :

  1. No conocía la oración, pero me parece realmente preciosa. A mí personalmente me encanta el final, eso de razonablemente feliz en esta vida e increiblemente feliz en la siguiente.
    Me parece que se asemeja mucho a aquello del Señor que promete el ciento por uno y la vida eterna

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  2. Me dispongo, como todas las semanas, a leer tu blog y me encuentro con la sorpresa de la comentada oración. Te agradezco que hayas descubierto que la oración continua y no es menos importante que la primera estrofa.

    Me gustaría que leyeran el blog personas que se encuentre en momentos críticos y se hicieran de ella, por experiencia digo que a mi me hizo mucho bien desde que la conozco y no he dejado de rezarla, desde entonces lo acepto todo mejor.

    Esperemos la venida del Espíritu Santo, que está cerca, y abrámonos a sus dones y a sus frutos en la medida que cada uno lo necesite.

    Gracias.

    Beli

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  3. Desconocía que esa oración fuese mas larga, es muy buena y creo que me puede ayudar

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  4. Serenidad, Valor, Sabiduría, Aceptación, Entrega, Felicidad, Paz… todas ellas se encuentran en la oración. Si nos detenemos un poco a reflexionar, llegamos a la conclusión, que son dones que se encuentran en esas personas que llamamos “hombres sabios”, de los cuales tenemos mucho que aprender.

    La oración, desde el principio (ya conocido) hasta el final, nos dice como debemos vivir la vida, la cual es también: “un don que se recibe, un don que hay que cuidar y un don que hay que comunicar”. (Michel Kayoya)

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